Preparar una tabla de quesos en casa puede solucionarnos un aperitivo o una cena, o simplemente ser la excusa perfecta para degustar distintos quesos y descubrir variedades desconocidas para la familia hasta el momento. Hay quesos para todos los gustos. El abanico de sabores, texturas y formas es casi inabarcable, pero ¿cuál es la mejor selección? ¿y que acompañamientos son los más convenientes? Desde el Restaurante Green Suites te dejamos los secretos de una tabla de quesos deliciosa y variada que harán que el éxito sea asegurado.

Entre la infinidad de quesos…

Es necesario tener en cuenta que el queso no nació para formar parte de una tabla, por lo que no hay una “tabla de quesos perfecta”, sino una pensada con cabeza que quede con un resultado exquisito. Es importante, primero, pensar en un criterio coherente para elegir la selección de quesos para, más tarde, comprarlos en un supermercado.

En cuanto al número de variedades servidas, lo habitual es servir entre cinco y ocho variedades en la tabla ya que ofrecen un abanico amplio para degustar y experimentar entre los diferentes sabores. Más, puede resultar algo excesivo. Aunque es necesario tener en cuenta la ocasión y si la tabla va a ser servida en solitario, como aperitivo, o de acompañamiento de un menú de dos platos.

¿Y cuáles debes elegir? Seguramente esta respuesta tenga tantas variantes como personas respondan. Realmente la selección debe ir acorde en su mayoría a los gustos de los comensales que la disfruten. No obstante, la preparación de una tabla de quesos es la ocasión ideal para descubrir sabores nuevos,  texturas distintas, intensidades mayores o menores…en definitiva, para experimentar y disfrutar de las características que nos ofrecen los quesos, que son muchas.

Criterios claves a tener en cuenta

Casi convertida en un juego gastronómico de grupo, la degustación de una tabla de quesos deberá ser sorprendente y ascendente, a la par que llena de matices y de combinaciones con acompañamientos. No queremos preparar una tabla aburrida ni repetitiva. Por ello, para conseguir un resultado delicioso y variado, tendrás que tener en cuenta los siguientes criterios:

  • Procedencia: El procede de la cabra, la oveja, la vaca, la búfala o si mezcla.
  • Textura: Si es de pasta dura, semidura, blanda o de carácter untable.
  • Tipo de corteza: Si tiene una con moho, con hierbas o especias, prensada o lavada.
  • Maduración: Si se trata de un queso tierno, semicurado, curado o envejecido.
  • Intensidad: Si es fresca, dulce, pronunciada, fuerte o muy fuerte.
  • Región de la que procede.

Un ejemplo práctico de tabla de quesos podría ser partir de un queso suave láctico, para seguir con alguna variedad de corteza blanda con moho (Camembert o Brie), para continuar con algún queso más maduro, como un San Simón de pasta prensada o un Gruyère o Edam de pasta cocida. Lo ideal es terminar con un tipo de queso curado y aromático o con un queso azul.

Es muy importante recordar que, a la hora de preparar y servir la tabla, el frío de la nevera mata el sabor y la textura del queso, al igual que de cualquier otro alimento. Por ello, es recomendable sacar como mínimo una hora antes del frigorífico las variedades que vayamos a usar para conseguir que estén a una temperatura ambiente cuando se vayan a disfrutar.

¿Y de acompañamiento?

Lo cierto es que el queso, por sí mismo, ya nos ofrece una experiencia gastronómica única, pero si lo acompañamos de otros alimentos el propio queso nos puede llegar a producir sensaciones distintas dependiendo de con qué lo tomemos. Merece la pena probar distintos acompañamientos de calidad ya que la típica galleta salada nos podría fastidiar el plan. Una vez preparada la tabla de quesos, nos podríamos detener a elegir distintos emparejamientos:

  • Selección de panes. Podemos incluir una variedad blanca rústica de miga aromática y corteza crujiente, un buen centeno de miga jugosa y un pan multicereal con semillas o frutos secos.
  • Mermeladas y compotas. Si son caseras, mucho mejor. Sobre gustos está el libro en blanco, pero hacen buena combinación las mermeladas más ácidas y con una textura presente, como las de frutos del bosque; frambuesa, grosella y mora, o las de naranja amarga.
  • Dulce de membrillo. Siempre es un acierto y suele ser habitual en las catas de quesos.
  • Fruta fresca. Especialmente las uvas, los arándanos o los higos, aunque, según la temporada correspondiente, se puede jugar con frutas dulces y jugosas o ácidas y crujientes.
  • Mieles. En pequeñas cantidades, la miel le da al queso ese toque dulce final que hará de la combinación una delicia en boca.

El mundo del queso es tan amplio como maravilloso y existen cientos de tipos diferentes por descubrir y, lo más importante, degustar. ¡Anímate a preparar una tabla de quesos en casa y abre tu paladar a todos los matices que hay! Te aseguramos que no te arrepentirás.